Esas palabras siempre suenan en mi cabeza, cuando mis emociones juegan sucio y me dejo llevar por ellas. Recuerdas el sonido de mi voz? Recuerdas mi sonrisa?
He estado tan lejos de su presencia, que sentía mi corazón dejar de latir por segundos, y al otro extremo, darme cuenta como mi palpitar se aceleraba, a tal punto, que perdía el control de mi.
Solía ir al médico, asustada de tener alguna enfermedad cardiovascular o algún derrame cerebral. Siempre era el mismo diagnóstico, usted es una persona completamente saludable, todo está en orden, no le pasa nada físico que nosotros podamos controlar.
Hasta que entendí que era una enfermedad que los doctores no podían ver, porque no estaba en el rango de su especialidad, una condición particular que solo un médico especial podía localizar.
Aunque mi cuerpo funcionaba, mi alma moría. Comprendí, por primera vez, que respiraba, mas no vivía. En ese momento de oscuridad, en ese momento de desesperación, fue justo cuando escuché su voz, más clara y fuerte que nunca.
Recuerdas cuanto te amo? Se te olvidó el sonido de mi voz? Recuerdas cuando tu mundo se derrumbaba? Cuando llorabas inquebrantablemente sin encontrar consuelo? Hasta que llegué a tu vida y el peso de tu corazón se fue? Cuando no temías el mañana, porque sabías que yo estaba a tu lado? Las veces que te sané, que te salvé? Cuando fallabas y solo te decía, no pasa nada, vamos a intentarlo una vez más?
La misericordia de Dios no tiene expiración, Él aún quiere sanar nuestras heridas. Escucha su voz, nos habla desde que llegamos al mundo, ha estado a nuestro lado cada segundo de nuestras vidas. Recuerda el sonido de su voz! Quiere sanarte y mostrarte su amor, no querrás volver a esta lejos de Él y cuando vengan las dudas, te recordará su entrega por ti.
Nehemías 1:9
Pero si os volviereis a mi, y guardareis mis mandamientos, y los pusiereis por obra, aunque vuestra dispersión fuere hasta el extremo de los cielos, de allí os recogeré, y os traeré al lugar que escogí para hacer habitar allí mi nombre.
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