Es normal que veamos nuestras vidas como una película, en la que somos víctimas y necesitamos un héroe que nos defienda del villano. Sentimos que la mayoría de las cosas que nos suceden, nos atacan, solo buscan lastimarnos y pasamos toda nuestra existencia sintiéndonos heridos, con un guión lleno de infamia.
Los superhéroes mayormente son hijos de dioses, que han heredado sus fuerzas y la utilizan para proteger a los suyos. A pesar de sus poderes, sus vidas no son perfectas, siempre se les presentan casos que los atacan emocionalmente. Aunque parecieran ser más valientes que el resto, eso no les evita los choques emocionales, momentos donde se sienten débiles y a pesar de eso, logran recobrar aliento y continúan con el propósito que les ha sido otorgado.
Somo hijos de Dios y tenemos que estar conscientes de nuestras fortalezas, y ver como Él obra en medio de nuestras debilidades, dejar la queja, no pensar más que el mundo está en nuestra contra y que nada parece ayudarnos para que lleguemos al éxito. Dejar de sentirnos los mártires y comenzar a ser héroes, hijos del Dios altísimo, e ir en ayuda de los que nos necesitan, a pesar de nosotros mismos. Nuestras flaquezas no son razón suficiente para continuar sintiéndonos golpeados por el resto de nuestras vidas, cuando la realidad es que Dios permite todo para perfeccionarnos.
Hemos heredado la palabra de nuestro Padre, y tenemos lo necesario para comenzar a cumplir nuestro rol, en un mundo que grita por ayuda urgente. En nuestras manos está la solución, queda a nuestra opción comenzar a usarla como es debido, ser héroes del mundo, y buscar otros que se unan a la causa.
Mateo 10:20
Porque no son ustedes los que hablan, sino el Espíritu de su Padre que habla en ustedes.
Comentarios
Publicar un comentario