El amor en la vida de un seguidor de Cristo debe estar presente cada día, todo aquel que ha conocido y recibido el amor del Padre como agradecimiento debe dar a los demás eso que le ha dado el perdón.
Continuamente Jesús nos recuerda la cruz, aquella entrega incondicional, dolorosa que fue solo por su gracia, para todo aquel que venga a sus pies sin importar que pecado haya cometido en el pasado ni los futuros. Esa cruz nos dice diariamente que tenemos que amar aún cuando duela, porque si duele y aún así seguimos amando es prueba de que hemos recibido el amor del Padre y que lo valoramos.
Recuerdo las palabras de Jesús en mateo 26, cuando estaba en el Getsemaní a punto de ser capturado para ir a la cruz por nuestros pecados «Estoy muy triste. Siento que me voy a morir. Quédense aquí conmigo y no se duerman.», incluso le pidió a Dios que si era posible se hiciera de otra forma y no entregando su vida en la cruz y a pesar de su dolor y la angustia que sentía se entregó por nosotros. Ese es el amor que debemos tener por el prójimo, aunque resulte difícil y en muchas ocasiones fallemos, debe estar en nuestro corazón ese anhelo de amar como Jesús.
Filipenses 2: 3 - 5
Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros. Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús.
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