Has sentido alguna vez que el peso de la vida que llevas es mayor a lo que puedes soportar? Que no importa que tantos logros obtengas, todos los amigos o la familia que tengas, sientes una carga que tus hombros no pueden llevar?
Y si en realidad ese peso es demasiado para nosotros? No fuimos diseñados para llevar el pecado. Al hombre darle la espalda a Dios asumió el peso de su vida y dejó de habitar en aquel lugar donde El Eterno se encargaba de todo.
A pesar de esto aún estamos a tiempo de sanar y librarnos del peso que nos paraliza, así como cualquier herida física necesita de un doctor que intervenga, también nuestras heridas del alma necesitan de un sanador que se lleve todo nuestro dolor.
Su nombre? Jesús, que vino a este mundo a morir por nuestros pecados, nos justificó y quitó toda culpa por el precio de su sangre, cambió su yugo por el nuestro y por El podemos ser verdaderamente libres, viviendo en felicidad plena que no depende de lo que nos pase, sino de El que es la fuente de la vida, no cambia y su amor que nos completa está presente a cada instante.
Isaías 53:4-5
Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.
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