Puedo ser salvo y esclavo al mismo tiempo. Si escuchamos de Jesús y su sacrificio en la cruz, reconocemos que Él es el Señor y creemos en Él, somos salvos por gracia (Romanos 10:9-13). Podríamos pensar que, solo al reconocerlo, ya tenemos todo resuelto; sin embargo, eso es solo el principio de la eternidad que tenemos en Cristo. Una vez somos salvos, tenemos un segundo mandato: permanecer en Su palabra (Juan 8:31-32). Ya no podemos limitarnos a lo que nos dicen acerca de Él; nuestros ojos deben verlo por nosotros mismos (Job 42:5). Nuestra mente ha conservado ideas erróneas durante muchos años; son juicios personales basados en nuestra experiencia. Esos pensamientos y actitudes no desaparecen de nuestra mente de la noche a la mañana. Muchos de nuestros hábitos y reacciones son consecuencia de lo que hemos vivido. No provienen de Dios, sino de nosotros mismos. Dios busca liberarnos de esas ideas que nos hacen ver la vida y a los demás a través de nuestras experiencias y nuestro dolor....
Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; Sobre ti fijaré mis ojos. Salmos 32:8